La máquina de hacer niebla

Acerca de la representación
Curaduría: Adriana Collado, Tamara Díaz Bringas y María José Monge.
Inauguración: 2 de setiembre, 2004.
Salas 2, 3 y 4
Museo de Arte y Diseño Contemporáneo

Artistas: Jorge Albán, Errol Barrantes, Mimian Fung Hsu, Marco Guevara, Edgar León, Nadia Mendoza, Priscilla Monge, Hugo Ochoa, Esteban Piedra, Alejandro Ramírez, Omar Rivillas, Robert Rodríguez, Joaquín Rodriguez del Paso, Oscar Ruiz-Schmidt, Olger Sánchez, Cynthia Soto, Guillermo Tovar, Guillermo Vargas.

Curaduría Adriana Collado, Tamara Díaz Bringas y María José Monge.

La máquina de hacer niebla da título a un poema de Luis Chaves que convocamos para hablar de representación: una máquina que vela, que hace niebla sobre sus propios procesos de construcción e instauración del sentido. Ese dispositivo de convenciones culturales que modela nuestra percepción de la realidad es, desde luego, una máquina histórica y susceptible de revisión. Si, en buena medida, la eficacia de la representación depende del velo que tiende sobre sus mecanisms de funcionamiento —sobre las complejas operaciones de selección y exclusión que supone—, el ejercicio de una crítica de la representación se ubica más bien en el desmontaje de ese engranaje, en problematizar la estabilidad y supuesta naturalidad de las representaciones.

I. De la representación

La máquina de hacer niebla: una muestra que reúne propuestas contemporáneas de la plástica costarricense que, desde diversas perspectivas y énfasis, han desarrollado una crítica de la representación. Tales representaciones comprenden desde los medios de comunicación y la publicidad hasta la historia del arte, y desde la construcción de lo nacional a la de género, incluyendo preguntas por el control que se ejerce sobre el espacio cotidiano o el cuerpo. De algún modo, interpelar las representaciones significa también interpelar las formas de poder que éstas afirman o resisten.

Con esta exposición intentamos, entonces, marcar un cierto deslizamiento de la escena local hacia prácticas artísticas más preocupadas por una intervención crítica en el terreno de la representación.

Tamara Diáz Bringas

II. De la producción de representaciones provisionales

La máquina de hacer niebla podría ser concebida como un laboratorio experimental en el que, aproximaciones críticas a representaciones de índole diversa, crean un espacio para la fricción, el roce y la convergencia entre lo ficcional y lo real. En este sentido, no resulta casual que la mayor parte de propuestas que conforman la muestra se sirvan de lo cotidiano como horizonte referencial y emplazamiento operativo para la dislocación y recreación de las representaciones. Esto, apelando a la jovialidad, al humor mordaz, la impugnación o la reflexión como herramientas de acción.

La articulación de estas obras en La máquina de hacer niebla da cuenta, en síntesis, de las multiples e insospechadas sendas que podemos surcar a partir de un ejercicio crítico en materia de representaciones. Esto, no sólo por las particulares condiciones de interlocución que derivan de una práctica tan indagatoria y exhortativa como ésta; sino que principalmente, por la dinámica reconstitutiva que a modo de juego tiene lugar ante las subversiones, dislocaciones, denuncias y críticas que confrontamos. Lo provisorio, movedizo e inestable, se torna entonces en el terreno más seguro para la reconstitución de representaciones en las que en última instancia, nos reinventamos a nosotros mismos.

María José Monge

III. De la exhibición como una Máquina de hacer Niebla

Lo que proponemos es que, aunque sea sólo por un momento pensemos a La máquina de hacer niebla como un espejismo más, como una máquina de niebla que está ella misma hecha de niebla, que padece los efectos de lo que produce, como si su realidad estuviera mediada por otra máquina idéntica que la activa ¿Y qué sentido tiene este ejercicio? Pues si lo que nos convoca y compete son los mecanismos mediante los que se instauran y restituyen sentidos en el arte, es entonces preciso instalar a la exhibición como el constructo por excelencia en donde se constatan estas premisas. Al introducir aquí este giro pretendemos sólo ensayar un final abierto para una reflexión con rutas alternas.  

Así que si no hay un afuera de las representaciones, y si ninguna práctica curatorial está exenta de ser un pronunciamiento en lo evidente y en lo oculto, la única posible salida quizás sea la que nos conduzca hacia un adentro de la práctica curatorial, en donde la producción discursiva se haga acompañar de una toma de conciencia traducida en un reconocimiento del modo en como operan los textos e intertextos de la exhibición.

Adriana Collado