Se ven desde la pista, al cruzar los barrios del Sur. Están en la ciudad y en los suburbios. Son seres de color y línea que cubren los muros de infraestructuras públicas, tapias de lotes baldíos y paredes de viviendas. Estos murales son del gusto popular, han reactivado espacios públicos olvidados y han sobrevivido al vandalismo.
Están en Los Guido, Los Cuadro, León XIII, La Carpio, Cristo Rey, Hatillo, Sagrada Familia… la lista es larga. Ya suman cien obras. Tres factores explican su pervivencia. Primero, el lenguaje caricaturesco asociado a la historieta, la sátira y la fábula, tiene el poder de transmitir un comentario social de alta recordación. Segundo, el mural históricamente ha sido un instrumento ideal de comunicación de masas, posicionando colectivamente narrativas con fines religiosos, didácticos o decorativos.
Por último, el artista establece una sinergia con la gente del barrio, convirtiéndola en coproductora, dueña y custodia de las imágenes. Así, desde la época de las cavernas hasta nuestros días, la gente convierte en monumento los muros donde ha podido dejar su huella personal. Esta exposición muestra un archivo inédito que registra más de una década de trabajo mural del artista y humorista gráfico Francisco Munguía.
Adriana Collado-Chaves. Curadora.