Mundos dentro de un mundo

Colectiva
Curaduría: Paz Monge y Daniel Soto Morúa
Inauguración:29 de octubre
29 de octubre al 26 de febrero 2022.
Sala 1
Web mundos

Coleccionar arte: un ejercicio de compromiso

El escritor y filósofo alemán, Walter Benjamin, describe la relación entre el coleccionista y sus objetos de una manera simbólica y altamente personal: “Nosotros [los coleccionistas] coleccionamos objetos bajo la suposición de que estamos cuidando de ellos, no obstante, estos objetos cuidan al coleccionista”.

Bajo esta premisa, un coleccionista depende de su colección tanto como ésta depende de su dueño. En el marco de cierre del Bicentenario de la República de Costa Rica, el Museo de Arte y Diseño Contemporáneo (MADC) se complace en presentar un diálogo abierto entre el coleccionismo privado y el estatal de Costa Rica. Después de casi 19 años en la historia del MADC, las colecciones privadas toman el escenario de la Sala 1, a través de una selección curada de piezas icónicas en la historia del arte latinoamericano.

La delimitación de Latinoamérica en esta narrativa curatorial permite analizar y cuestionar una historia del arte regional, enfocando la mirada hacia el istmo centroamericano y el cono sur del continente. Muchos de los países de donde provienen los artistas que forman parte de esta exhibición, conmemoran sus respectivos bicentenarios este año, agregando una pluralidad de identidades que se percibe como una celebración única dentro de nuestro contexto.

El coleccionismo, dentro del contexto contemporáneo, nos permite reflexionar desde una perspectiva socioeconómica: dicha acción preserva un patrimonio que, a su vez, nutre el ecosistema de las artes visuales. El coleccionista, como agente cultural activo, adquiere una responsabilidad al apoyar la práctica artística y la historia del arte contemporáneo en su materialidad. El objeto, como lo describe Benjamin, se vuelve central a esta relación de poder, historia y preservación.

El MADC agradece a todos los amigos del Museo y coleccionistas que ayudaron a que esta exhibición fuera pionera en su esencia. Para muchas de las obras expuestas hoy en Sala 1, es la primera vez que se enfrentan y comparten un espacio institucional, en la historia del país. Nos complace fomentar y seguir escribiendo la historia del arte contemporáneo costarricense, por medio de nuevos acercamientos curatoriales hacia objetos históricos en Latinoamérica.

Paz Monge

Directora MADC

 

Un acto de mecenazgo político

Para comprender el quehacer del arte contemporáneo, no basta con visitar museos, se requiere un panorama más amplio del circuito, recorriendo ferias internacionales y galerías de arte. Aun cumpliendo lo anterior, resta un espacio que contiene patrimonio cada vez más valioso pero inaccesible: las colecciones privadas.

Cada colección representa un universo para su dueño. Se gestan a partir de una visión, un capricho o una idea; unas cuentan con recursos ilimitados, otras exigen sacrificios; todas son tesoros que se custodian y son la memoria de un momento determinado en el espacio y el tiempo.

El arte de coleccionar -pues resulta en verdad un acto artístico- difiere y evoluciona según la época. Los coleccionistas contemporáneos no coleccionan como lo hacían los mecenas de siglos anteriores en Europa, ni mucho menos como las casas reales inglesas, alemanas o francesas, que saquearon países como Turquía, Egipto y Grecia. Salvaguardar los tesoros también resulta un gesto heroico que ha evolucionado con la historia.

Muchos factores han originado las grandes colecciones: la espiritualidad o el esoterismo, o quizás un impulso, una curiosidad o un deseo de excentricidad. A veces, influye la obsesión, la vanidad y el capricho, otras, la superioridad y el ansia de poder, sin olvidar el intelecto, la sed de conocimiento y la filantropía… Su variedad, evidencia la diversidad humana.

Coleccionar arte contemporáneo es tomar una fotografía de un contexto cargado de disparidades, producto de la globalización y del avance tecnológico, industrial, social, político, económico y científico. El arte contemporáneo no solo es reflejo de su época, es un acto político porque la enfrenta y la denuncia.

Según Elio Grazioli (2012, pág. 17), las exposiciones de arte contemporáneo resultan similares a la esencia de las Wunderkammern (Cámara de las maravillas) típicas del Renacimiento: poseen el efecto de sorprender. “Sin olvidar las propiedades terapéuticas atribuidas a muchos de esos maravillosos y maravillantes objetos: es el carácter y efecto de un mundo que tiene sentido, de una obra, la colección misma, donde la belleza se descubre con asombro, donde la investigación es a la vez un ejercicio de sistematización y libertad.”

Por ello, las colecciones de arte contemporáneo son como cámaras de maravillas en las que es posible encontrar todo tipo de objetos, recursos y lenguajes que nos cuentan sobre el mundo actual. Muchas veces, ese mundo, pareciera carecer de sentido, hasta que el artista lo carga de significados y significantes y lo eleva a obra de arte; es ahí, cuando el ojo coleccionista detecta que hay algo que debe pervivir en la memoria histórica y convertirse en patrimonio.

¿Qué motivó a algunos costarricenses a adquirir arte y construir colecciones? ¿Qué les pareció particular de su contexto para capturarlo en el tiempo por medio de objetos artísticos? Las colecciones privadas retratan a aquellos excéntricos que decidieron invertir su dinero en la adquisición de bienes tangibles e intangibles que, con el pasar de los años, serán testigos de esta época que aún llamamos contemporánea.

 

Vestigios de una época dorada fugaz

A finales de los años 80 y hasta inicios de los 2000, Costa Rica presenció un apogeo en el coleccionismo privado de arte contemporáneo (fenómeno que también se venía dando en el resto de la región centroamericana y del Caribe); no solo por factores económicos del momento, sino por la presencia de galerías públicas y privadas. Para comprender ese entorno en Costa Rica, merece subrayar el nombre de Virginia Pérez-Ratton, quien tuvo la oportunidad de coleccionar desde lo público (como directora del MADC 1994-1998) y también desde lo privado (colección familiar). Esto menciona en un texto:

El coleccionar es sinónimo de memoria en las diversas civilizaciones, como un acto de conservar el espíritu de una época a través de sus objetos, un valorar expresiones que fueron reflejando la historia, un recordar lo que las diversas culturas aportaban sucesivamente al desarrollo de la humanidad, un comprender lo que fue el cotidiano en otros tiempos (...) A partir del siglo pasado las colecciones han adquirido mayor especificidad, y lo que había sido hasta entonces iniciativa de carácter personal o privado, se fue convirtiendo en una actividad de orden público o institucional. Su desarrollo ha estado asociado directamente no sólo al interés por estimular la producción artística o al prestigio que confiere a las empresas o instituciones que emprenden el coleccionismo, sino a las políticas fiscales de cada país, que faciliten la dedicación de fondos a la adquisición de obras (1996, pág. 17).

En cuanto a espacios privados, se pueden mencionar Jacob Karpio Galería (1989-2013, sede en Costa Rica), Galería Alternativa (1994-2016) y Klaus Steinmetz Contemporary Art (2000-2018); así como algunas otras de corte menos contemporáneo, pero que, de igual manera, aportaron al auge del mercado del arte costarricense, como, por ejemplo: Galería Valanti, Galería Kandinsky y Galería 11-12.

Desde lo público, la inversión estatal en cultura,  difería de la actual: existían espacios pequeños que promovieron a los artistas de manera más acelerada, como la Galería Nacional de Arte Contemporáneo (GANAC, Museo de Arte Costarricense, 1984-2001), la Sala Jorge Debravo (Dirección General de Artes y Letras[1]), la Galería de Arte José Figueres Ferrer (1986-1996[2]), y el trío formado por la Galería Enrique Echandi (década de los 70-2012), la Galería Joaquín García Monge (1980-2010) y la Galería José Luis López Escarré (1980-actualidad), pertenecientes al Teatro Nacional de Costa Rica.

Paralelamente, se realizaron bienales que aceleraron la producción y el consumo de arte contemporáneo, tales como la Bienal Lachner & Sáenz (1984-1994), la Bienal de Arte Experimental Francisco Amighetti (Galerías Sophia Wanamaker del Centro Cultural Costarricense Norteamericano, 1989-1991), la Bienal de Escultura de la Cervecería Costa Rica (1994-1999) y Bienarte (1997-2013, que empezó presentando pintura, pero luego se convirtió en la Bienal de Artes Visuales Costarricense).

Mencionamos también a la Bienal Centroamericana, (1998-2016, que cambió de nombre en varias ediciones) una iniciativa de empresarios de la región, interesados en el intercambio, el crecimiento y el movimiento de la producción artística local-regional. Este proyecto permitió la movilización de redes e incentivó el coleccionismo en el istmo central.

A la fecha, casi ninguna de las galerías mencionadas existe, lo mismo ocurre con las bienales. ¿Qué queda? Con apoyo estatal, los Salones Nacionales de Artes Plásticas, (1972-1993; 2017-actualidad) y las convocatorias de la sala Temporales, organizados por el Museo de Arte Costarricense, y las del MADC, ambas con exiguo presupuesto. Desde lo privado, existen iniciativas como Bancarte (2019-actualidad) organizada por la Asociación Bancaria Costarricense, y algunos otros proyectos que intentan despegar a pesar de la dificultad económica que atraviesa el país. Con respecto a galerías, no se escuchan ni siquiera rumores.

Coleccionismo público desde el MADC

El Museo de Arte y Diseño Contemporáneo (MADC) abrió al público en febrero de 1994, sin embargo, no tuvo una ley hasta 1998. Por este motivo, durante los primeros cuatro años de gestión, su práctica del coleccionismo empezó de manera particular, al tratarse de una institución pública recién creada. Las primeras obras de arte que conformaron la Colección permanente no estaban a nombre de la institución, sino que, entre 1994 y 1996, a través de la Fundación del Centro Nacional de la Cultura (FUNCENAC) ingresaron 196 obras mediante donación. Cuando el Museo tuvo su propia ley, el lote de obras pasó de pertenecer de FUNCENAC al MADC; aunque ya se encontraba físicamente en la institución.

Desde entonces, el MADC ha adquirido la mayoría de sus obras mediante la modalidad de donación, otras han ingresado como premio de adquisición y compra. También ha recibido colaboración por parte de la Fundación Pro Museo de Arte y Diseño Contemporáneo, figura privada pero creada por ley para ayudar al Museo.

La Colección MADC es una de las más importantes a nivel centroamericano, tanto desde lo público como desde lo privado. Sin embargo, esta colección no es suficientemente representativa del arte contemporáneo ni de Centroamérica ni de Costa Rica; mucho menos, del diseño centroamericano, y menos aun del nacional. La ley Nº7758 dice que el Museo es el encargado específicamente de la colecta, conservación, exposición, investigación, difusión y estímulo tanto de las artes visuales, nacionales e internacionales, con énfasis en las últimas décadas del siglo XX y las primeras del siglo XXI, como de la historia y las expresiones de los campos del diseño gráfico, industrial y vernáculo, entre otros. Se proyectará hacia el futuro, pero en referencia al pasado reciente, donde se preparen y anuncien las expresiones artísticas actuales.

Por lo anterior, el campo de acción del Museo va más allá del coleccionismo; la pretensión de que esta institución coleccione todos los hitos de “lo contemporáneo” de la región, es ilusa. Emprender una acción como esta, le restaría valor al trabajo realizado por otras instituciones que se dedican, dentro de sus labores, al coleccionismo (público y privado), como lo son el Museo de Arte Costarricense, los Museos del Banco Central de Costa Rica, el Museo de Arte Contemporáneo de Panamá, el Museo de Arte Moderno de El Salvador, y algunas colecciones privadas de la región. Por otro lado, el MADC debe ser coherente y realista con sus posibilidades; sería utópico suponer que es capaz de coleccionar las “mejores” o más representativas piezas realizadas por artistas y diseñadores contemporáneos.

Tanto el MADC, como otros museos públicos y privados, costarricenses y en el exterior, han asumido históricamente una posición normalizada sobre el coleccionismo basado en donaciones. Si se revisan las estadísticas de este fenómeno, el hecho resulta contundente. Esto ha contribuido, lamentablemente, a la precariedad del sector artístico mundial, razón por la cual, una institución como esta, debe repensar la manera de coleccionar desde lo público y propiciar cambios futuros en beneficio de los sectores que atiende.

 

Las colecciones privadas en Costa Rica

Sería complejo rastrear todas las colecciones privadas costarricenses. El MADC tuvo acceso a algunas de ellas, gracias a la generosidad de sus dueños, al poner a nuestra disposición parte de su patrimonio. El acceso a la información es vital para comprender nuestro contexto y la construcción de nuestra historia, por lo que el Museo agradece profundamente a cada una de las personas y familias que forman parte de esta exposición.

Durante este proceso, accedieron a participar y facilitarnos sus obras: María de la Paz Alice y Ronald Zurcher, Luis Javier Castro, Jacob Karpio, Christian Lesko, Familia Pérez-Ratton[3] y algunas otras personas que prefirieron mantenerse en el anonimato. Al respecto, María de la Paz Alice comenta (entrevista realizada personalmente, 16 de setiembre de 2021):

Empezamos a coleccionar en los años 80, en esa época Ronald coleccionaba principalmente arte costarricense más tradicional y algo de arte contemporáneo costarricense. Ya en los 90 con la Bienal Lachner & Sáenz y algunas galerías más avant-garde de esa época que se atrevían a traer artistas contemporáneos de otros países, ambos comenzamos a interesarnos más en el arte contemporáneo de la región, sobre todo centroamericano, cubano y sudamericano. Ambos, al ser arquitectos, siempre nos interesó el arte desde el punto de vista estético, pero sobre todo como vehículo de expresión, comunicación e intercambio de ideas y realidades, algo que en arquitectura es más complejo lograr por su carácter funcional.

En los inicios coleccionábamos más intuitivamente, pero en los años 2000 comenzamos a educarnos más, a visitar ferias y bienales para coleccionar con mayor coherencia y sentido, principalmente arte latinoamericano contemporáneo, y de esa forma nuestra colección ha ido tomando varias vertientes: está la obra que tiene que ver con lo arquitectónico (la materialidad, lo espacial, la escala, etc.), la que tiene una temática de naturaleza y, por último, la conceptual. Dentro de esta última, tenemos piezas que hablan de temas políticos, sociales, de género y hasta vivencias del propio artista; son obras muy interesantes porque te exigen más como espectador, pero otras líneas, aunque son de lectura más fácil, las disfrutamos mucho también, pues van muy alineadas con nuestra forma de ver el mundo y lo que nos gusta de él… Y por supuesto; el interés de coleccionar arte contemporáneo costarricense es apoyar y fortalecer desde el coleccionismo al medio local, y ayudar a su sostenibilidad y a su avance.

Es usual y, además, comprensible, que algunas de las familias o empresas guarden celosamente sus bienes, no solo por asuntos de confidencialidad o privacidad, sino por seguridad. En el proceso de búsqueda y acceso, también resulta importante subrayar la dificultad de rastrear algunos acervos privados vinculados a empresas, tales como los de la Colección Lachner & Sáenz o los de la Colección del Grupo Nación. Las obras que los componen han desaparecido, o han tomado rumbos distintos, debido a la desintegración o reconfiguración de sus empresas titulares, o han sido puestas a la venta. Aunado a lo anterior, se da, casi siempre, una inexistencia de registros. Todo esto hace, casi imposible, la tarea de rastrear el paradero final de las obras, pues las colecciones usualmente no se venden como conjunto. Luis Javier Castro (entrevista realizada personalmente, 17 setiembre 2021) narra:

Tuve a muy temprana edad, la posibilidad de estar cerca de un proceso muy importante para el arte costarricense: la Bienal Lachner & Sáenz. Mi tío Carlos Lachner, consideraba necesario apoyar a los artistas emergentes y creó la Colección L&S y las bienales, que llevaron el mismo nombre. A mis 16 años empecé a participar en las sesiones de compra junto a don Guido Sáenz, Rafa Fernández, Carlos Francisco Echeverría, Nydia Echandi y mi tío. Para mí fue una apertura de mente enorme: entender al artista, su proceso creativo, sus sueños y temores. Desde esa época no he parado de estar cerca de artistas de diferentes disciplinas y de procesos culturales que posicionan la creatividad y la innovación en el centro del desarrollo.

Mientras recorríamos las casas en donde alberga su colección, Christian Lesko recordó cómo empezó a adquirir en 2003, con un especial interés en el arte contemporáneo centroamericano. Al coleccionar, establece un vínculo con cada artista, y forja una amistad que se va reafirmando con el tiempo. El acto de ir acumulando arte es, para él, una manera de comprender la región en que vive, con todos sus problemas e implicaciones, pero, a la vez, para reafirmar sus raíces y registrar discursos y posturas políticas a través del patrimonio.

Virginia Pérez-Ratton menciona, sobre el coleccionismo, que, “algunas colecciones tienen un carácter homogéneo en cuanto a concepto e interés de las obras, pero por lo general, y sobre todo las colecciones privadas, no buscan responder a una intención curatorial o investigativa específica, sino más bien al gusto particular del coleccionista, y más recientemente al interés de inversión o al aspecto especulativo del mercado” (pág. 17).

Ahora bien, en cuanto al mercado del arte en Costa Rica, además de ser una transacción económica para obtener un bien, es, por lo general, una cadena vinculada a la educación, mediación, adquisición de conocimientos y crítica artística. Es una tarea que se emprende desde los centros de estudio, los museos y las galerías. Sobre esto, el galerista Jacob Karpio enfatiza (MADC, 2020, pág. 48):

Existe el mito que el arte siempre sube de precio y eso es mentira. Eso es una estrategia muy dependiente (...) Hoy, falta la galería. Falta el apoyo local. Falta crear conciencia (...) Lamentablemente, el arte contemporáneo tiene que estar donde haya mucho dinero. Debe haber una estructura sólida del consumo local. No se trata de hacer un mercado, sino de hacer una correlación con el que compra, con el que crea y con el intermediario. Hay dos tipos de intermediarios en esta relación: uno es la galería, y el otro, la institución. Las galerías que siempre estuvieron en Centroamérica, eran galerías que se acomodaban a su público y ofrecían algo que pudiese llegar a caer dentro del gusto de ellos; entonces no había una relevante. De la parte de la institución, aquí́ hay tabúes muy extraños, el museo trabaja solo.

 Esa reflexión, da pie para cuestionar la pertinencia y razón de coleccionar en regiones como la nuestra, donde el dinero, no necesariamente se relaciona con educación o conceptos como crítica e investigación, como especulación y coleccionismo o simplemente como decoración; no siempre están articulados entre sí. Por eso, el MADC agradece a las familias coleccionistas que participaron en esta exposición, por provocar el diálogo y facilitar una mejor comprensión de nuestro contexto desde el patrimonio privado, ese que no siempre vemos, pero que intuimos.

¿Volverá Costa Rica a tener un circuito y un mercado del arte? ¿Abrirán nuevas galerías privadas para favorecer la economía cultural? ¿Tendrá el Estado nuevamente la capacidad para invertir en sus espacios culturales y continuar apoyando a artistas de diversas generaciones? Esta exposición no pretende cerrar, sino más bien abrir signos de interrogación para repensar el circuito y el mercado del arte, y presentar, a manera de ensayo, una muestra que invite a más familias y empresas privadas a abrir sus colecciones y compartirlas públicamente, con el único fin de continuar la mediación entre el arte contemporáneo y su público.

 

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Bibliografía

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Blom, P. (2013). El coleccionista apasionado. Editorial Anagrama.

Chaves, F. (07 de julio de 2018). ¿Qué dice el cierre de una prominente galería sobre el estado de la cultura? Entrevista con Klaus Steinmetz. La Nación. https://www.nacion.com/ancora/que-dice-el-cierre-de-una-prominente-galeria/TRRKDVFPY5FWHATEWRHOVJU2VI/story/#:~:text=Tras%2018%20a%C3%B1os%2C%20150%20eventos,Art%20ha%20cerrado%20sus%20puertas.&text=Imagen%20reciente%20de%20la%20galer%C3%ADa,de%20Escaz%C3%BA%2C%20cerrada%20este%20mes.

Grazioli, E. (2018). La collezione come forma d’arte. Johan & Levi Editore.

Gutiérrez, D. (28 de setiembre de 2021). Información de galería Figueres Ferrer del Banco Popular [correo electrónico].

Jiménez Blanco, M.D. y Mack, C. (2010). Buscadores de belleza. Historias de los grandes coleccionistas de arte. Editorial Ariel.

Ley Nº 3088. Crea la Dirección General de Artes y Letras. Diario Oficial La Gaceta, 31 de enero de 1963. http://www.pgrweb.go.cr/scij/Busqueda/Normativa/Normas/nrm_norma.aspx?param1=NRM&nValor1=1&nValor2=36541&nValor3=38527&strTipM=FN

Ley Nº 6091. Ley de Creación del Museo de Arte Costarricense. Diario Oficial La Gaceta, 07 de octubre de 1977. http://www.pgrweb.go.cr/scij/Busqueda/Normativa/Normas/nrm_norma.aspx?param1=NRM&nValor1=1&nValor2=9806&nValor3=10497&strTipM=FN

Ley Nº 7758. Creación del Museo de Arte y Diseño Contemporáneos. Diario Oficial La Gaceta, 28 de abril de 1998. http://www.pgrweb.go.cr/scij/Busqueda/Normativa/Normas/nrm_norma.aspx?param1=NRM&nValor1=1&nValor2=40621&nValor3=111845&strTipM=FN

Museo de Arte y Diseño Contemporáneo (MADC). (2020). Dictamen curatorial 01-2020. Hallazgos en la Colección permanente del Museo de Arte y Diseño Contemporáneo. Categoría Artes visuales. Museo de Arte y Diseño Contemporáneo.

Museo de Arte y Diseño Contemporáneo (MADC). (2021). Dictamen curatorial 02-2020. Marco orientador para establecer criterios de coleccionismo del MADC. Museo de Arte y Diseño Contemporáneo.

Museo de Arte y Diseño Contemporáneo (MADC). (1996). El espíritu de una colección. Museo de Arte y Diseño Contemporáneo.

Quilis, R. (17 de setiembre de 2021). Re: consulta salas de exposiciones [correo electrónico].

Santamaría Montero, L. et al. (2017). Teatro Nacional de Costa Rica 120 años, 1897-2017: alegoría, símbolo y libertad cultural. Editorial Costa Rica.

Soto, D. (ed.). (2020). Curandería contemporánea: 25 conversaciones a micrófono abierto, historias de fantasía[s], sueños y otros tantos hechizos. Museo de Arte y Diseño Contemporáneo.

Zúñiga, M.S. (2018). [Trayectoria MSZP y Carta a los amigos de la galería – cierre de la galería en diciembre 2016]. Copia en posesión de Konstantina Stamatiadis.

 

 

[1] La Dirección General de Artes y Letras se creó según la Ley Nº 3088 el 31 de enero de 1963; como organismo del Estado, adscrito al Ministerio de Educación Pública, y encargado de estimular, divulgar y extender la actividad artística y literaria del país, en todos sus aspectos y manifestaciones, y de defender el patrimonio artístico, cultural e histórico de la nación. Esta, fue absorbida en 1977, al crearse por ley el Museo de Arte Costarricense. A la fecha de esta publicación, no se encontró información específica sobre los años de funcionamiento de la Sala Jorge Debravo.

[2] La Galería de Arte José Figueres Ferrer, conocida como Galería del Banco Popular, abrió en 1986 en el edificio metropolitano, en donde funcionó activamente como espacio expositivo. Por cambios internos se reubicó en otras locaciones también en San José centro, y finalmente en 1996 se reconfiguró para convertirse en la Casa de la Cultura José Figueres Ferrer del Banco Popular, en una locación propia en Barrio Escalante, la cual funciona hasta la actualidad.

[3] Es importante aclarar que la Colección Virginia Pérez-Ratton pertenece a su familia y no a la Fundación Ars TEOR/éTica. La Colección está cerrada desde el fallecimiento de Virginia en 2010.


Artistas participantes

Ronald Morán (El Salvador)

Grabriel Orozco (México)

Milton Becerra (Venezuela)

Waltercio Caldas (Brasil) 

Nelson Leirner (Brasil)

Gustavo Araújo (Panamá)

Federico Herrero (Costa Rica) 

Guillermo Kuitca (Argentina) 

Priscilla Monge (Costa Rica) 

Olga De Amaral (Colombia)

Marcelo Cidade (Brasil) 

Teresa Margolles (México)

Ernesto Neto (Brasil) 

Carlos Garaicoa (Cuba)

Cristina Ghetti (Argentina)

Isabel Ruiz (Guatemala) 

Cecilia Paredes (Perú)

Patricia Belli (Nicaragua) 

Liliana Porter (Argentina)