¡No hay cadáver!

Claudio Fantini
Del 10 de julio al 16 de agosto del 2008.
Museo de Arte y Diseño Contemporáneo

No hay Cadáver. Claudio Fantini

Sobre la obra reciente de Claudio Fantini ¡No hay cadáver!

El sugestivo título bajo el cual se agrupan la serie de trabajos que conforman esta muestra apunta justamente a la negación de una presencia; sin embargo, más que a vacío, oquedad o desazón, este nombre, como programador de lectura que es, alude más bien a un repertorio de posibilidades que dinamizan cada vez más el universo semántico de la obra de Claudio Fantini. El enunciado ¡No hay cadáver! no se entrega a ninguna consigna en particular, pero crea las condiciones para el encuentro con una escena en tiempo progresivo, ante la cual es difícil escaparse de la interpelación. El espectador, voyeur, crítico, estudioso o fisgón, es percibido, a priori, como el blanco primordial para el despliegue del arsenal sensorio, artillería pesada, tan fantástica como cotidiana, que no le permite bajo ninguna circunstancia adoptar una simple posición contemplativa.

Fantini propone el dibujo como punto de partida, piedra angular o materia prima para dar cuerpo al tejido de su texto; es a través de él que se pasea sin tapujos por los dominios más plurales de la cultura visual: goza de y con la ironía del comics, se regodea en la atmósfera y tratamiento del cartoon, se zambulle en la escena fílmica y construye su propia narrativa visual; corteja al videojuego mientrasconvoca a la novela negra y se sirve de ella junto con los libros infantiles para colorear, asumiendo así la intermedialidad como el bastión de su “viñeta”. La evidente alusión al cadáver exquisito, juego colaborativo de creación de corte surrealista, así como al Thomas de Quincy que eleva el asesinato a la esfera romántica de las bellas artes, ponen de manifiesto, igualmente, el carácter lúdico y dialógico que nutre el terreno sobre el cual se disemina esta producción.

El misterioso club silencio en el celebrado film Mulholland drive de David Lynch parece estar invocado como un eslabón más que sostiene la cadena significante: no hay banda, there is no band, Il n’y a pas d’orquesta, y sin embargo oímos una orquesta….¡ NO HAY CADÁVER! y sin embargo, vemos un desfile de cuerpos caídos, cayendo, desmoronándose, derritiéndose, despojándose de unas vestiduras-cuerpo que al caer descubren una disoluta y fascinante humanidad. Nada es cadáver en esta muestra…solo hay cabida para la vida, la turgencia y las luchas que el poder y la sexualidad libran en lo cotidiano. Cada cuerpo caído o cayendo funciona como contenedor, como ánfora deseosa de revelar el origen retorcido y seductor de su contenido: un bestiarum polimorfo que obsceno y lujurioso se exhibe sobre una plataforma, especie de escenario que ora le resguarda, ora le desviste. El efecto perverso no está solo en el tratamiento del personaje sino en la atmósfera misma que configura su entorno. No hay salida para este no- cadáver, solo hay bordes que le precipitan al abismo o al goce delirante de su fantasía perversa, que finalmente son uno y el mismo.

El sueño y la imaginación son las herramientas para que el demiurgo dé forma a la presencia de la ausencia. Las aglomeraciones de cuerpos desnudos que integran al sujeto en una especie de comunidad-cuerpo en menoscabo de su individualidad, advierten ciertos visos alucinatorios de esa imbricación entre cuerpo y mundo, cuerpo y ensueño, cuerpo y deseo, cuerpo e identidad reflejada y construida tortuosamente a partir de los otros. El mundo concreto y físico funciona de esta forma como correlato discreto que solo aparece bosquejado a lo lejos, como borde apaciguante de la fantasía onírica, como punto limítrofe de estos escenarios de lo inconsciente. Aquí no hay cadáver, todo, desde el boceto y el borrón hasta la figura más elaborada, son piezas del cuerpo de un complejo engranaje pictórico. El espectador, pieza determinante en el puzzle visual, podrá ir hilvanando los retazos de un proceso creador que no se subyuga a la tiranía del “producto acabado”.

Linda Richards
New York, 2008

Logos patrocinadores: Intitut Ramon Llull y Florida Bebidas

Referencias de la exposición en otros medios