La exposición "UMBRAL (LIMEN)" de la artista norteamericana formada en Chicago y en New York, Michele Brody.
La artista analizó el milagro de la germinación en el trópico, específicamente en el medio natural costarricense. Utilizando agua y efectos de luz, compartió con el visitante el proceso paulatino y milagroso del romper de una semilla/ un embrión símbolo de la vida, hasta convertrse en un ente desarrollado. Fue una metáfora sobre el laboratorio desconocido de nuestro planeta Tierra y sus procesos regenerativos.
Curaduría: Rolando Barahona Sotela.
“Umbral” Michele Brody
Michele Brody, artista norteamericana formada en Chicago y Nueva York, nos invita a penetrar en espacios que emanan un olor a tierra húmeda que aumenta día a día. Obras tridimensionales con las que podemos comprobar que la imaginación y la creatividad no tienen fronteras.
Brody llegó a Costa Rica el 12 de julio del 2000, invitada por el MADC para generar dos obras en sitio de cambio continuo. La artista presenta el proceso milagroso de la reproducción en el mundo natural y lo manipula ante nuestros ojos, como reflexión sobre la destrucción paulatina de la vida en el planeta por la raza humana. Somete a seres vivos en potencia, como una semilla, para adaptarse a un medio artificial en la lucha por sobrevivir y crecer o terminar entregándose a la muerte como resultado de una opresión por condiciones desconocidas.
Un reflejo de la obsesión del ser humano por controlar la naturaleza que lo alimenta, desencadenando la destrucción de su propio hábitat.
La artista se inspira en la germinación y la búsqueda de las plantas hacia la luz, para generar espacios penetrables que permitan una vivencia en un ámbito contenido entre paredes lloronas. Superficies de tela que evocan nuestro bosque tropical húmedo y que contienen semillas de frijol y granos de maíz representando el alimento básico de los costarricenses. Este pasaje incita a quien lo “habita durante la travesía”, a experimentar sensaciones y emociones inesperadas.
Los dos proyectos presentados son arte – espacio que cambian y evolucionan con el tiempo coincidiendo en inspirar la creatividad y promover nuevas inquietudes en la mente de los habitantes de las ciudades. La artista se fascina con el proceso de cambio que ocurre durante el crecimiento, explorando y trabajando con la percepción, la luz, agua en movimiento, arena y la interacción del espectador en un medio ambiente establecido por ella.
Un mundo artificial sumergido entre raíces que brotan de semillas que despiertan a la vida. Un arte que vemos crecer día a día y que nos permite paralelamente recapacitar sobre nuestras actitudes ante el mundo del cual todos somos parte activa y responsable. Una oportunidad para rectificar nuestros instintos de sentirnos la raza dominante, cuando por nuestra capacidad de raciocinio debemos ser los promotores de la paz y respeto a las leyes naturales del equilibrio de la vida.
Arte y ciencia se entrelazan para engendrar dos grandes espacios: la instalación “Pasaje” como metáfora del puente – corredor o umbral que Costa Rica ha sido entre América del Sur y del Norte, desde los Imperios indígenas pasando por la Colonia, hasta la actualidad. La instalación “Jardín – Bosque” como una experiencia multidimensional para afinar los sentidos, entre seres flotantes contenidos en tubos transparentes de gran fragilidad que se multiplican en la distancia como un reflejo sin fin.
El análisis de Brody evoca la necesidad de recapacitar sobre estos temas controversiales con total espíritu de exploración constructiva.
Rolando Barahona. Curador
Testimonio de la Artista
La creación de la muestra UMBRAL en el MADC, representa una respuesta y una interpretación de mis experiencias en Costa Rica. Ambas surgiendo de un pasaje físico de norte a sur, atravesando la humedad y el terreno ondulado como componente del paisaje. Un paso a la experiencia metafórica de aprender sobre mi misma, como artista y como persona.
Este trabajo evoluciona de mis experienciass con los principios básicos del fenómeno conocido como umbral.
El umbral es el espacio-físico o conceptual que existe entre dos locaciones distintas, categorías o significados o condición del ser. Es un ámbito de paso en el cual se cambia de un estado a otro. En este dominio no hay tiempo o razón, solo una fase intermedia indefinible donde se yuxtapone una situación con otra. Lo que existe es solamente un período de transición o un restablecimiento de los límites.
Es dentro de este espacio intermedio del umbral que mi trabajo se desarrolla y crea su propia estructura, mezclando dichas dualidades como naturaleza/urbano, arte/diseño, instalación/arquitectura, objeto/artefacto y visual/visceral. El visitante es entonces invitado a interactuar con el trabajo, compenetrándose en tales medios ambientes como un puente en un pasaje arquitectónico, un sendero en los bosques o a lo largo de las aceras de la ciudad.
La variedad de materiales y técnicas incorporadas dentro del trabajo varía ampliamente debido a la naturaleza de cada sitio específico de la exhibición. Dentro de la sala mi pieza escultural utiliza el proceso de hidroponía e iluminación para estimular el crecimiento de las plantas dentro de los muros de tela o de tubos de vidrio.
Sin embargo fuera de estas puertas, mi experiencia incluye la instalación de piezas únicas de concreto colorado, donde el zacate continúa creciendo entre diseños orgánicos. La acentuación de estructuras existentes a través del acto de ajuste con una tela fuertemente cosida, así como la propuesta de instalar un diseño único de tapas de alcantarilla a través de las calles y aceras de la ciudad.
Referencias en otros medios
“ (…) el título de la exposición remite a ese carácter de transición y movilidad que pretende la muestra. Se trata de un cambio espacial y temporal, en el que la propuesta de Brody, literalmente viva, se va transformando para hacerse distinta a cada instante. Y esa transformación está relacionada, además, a las cambiantes y muchas veces adversas condiciones en que la vida debe realizarse.” Tamara Díaz Bringas. En el Umbral. Crítica de arte, Revista Viva, La Nación, 4 de septiembre del 2000.