La propuesta de Andrés Gudiño se plantea como una especie de juego entre superposiciones y miradas. Una construcción de personajes que se presentan y dialogan desde la subalternidad y las relaciones sujeto-objeto.
La importancia de la línea y del bordado, como recursos que se relacionan con el espacio, permite explorar sus posibilidades expresivas. A la vez, introducir y cuestionar el tema de género desde la técnica misma.
Aquí hay algo incómodo, algo explícito que se reprime… Una familiaridad extraña que se cubre con el velo de lo siniestro… Un deseo que es visto desde lo ominoso y que evidencia, desde la ambigüedad, esa sutil negación.
Como el mismo artista señala: “La perspectiva ominosa que plantea la obra sobre la sexualidad, se relaciona con la represión de la misma. Por ominoso entendemos como algo que debería ser normal o común pero se vuelve extraño, oscuro y raro, por lo que ante ella se puede sentir preocupación, culpa, inquietud, angustia y miedo.”
María José Chavarría. Curadora.