Ethno- Mental

Eric Bottero / Paris
Curaduría: Rolando Barahona-Sotela
Del 7 de septiembre al 23 de noviembre del 2001.
Sala 1
Museo de Arte y Diseño Contemporáneo

En un escrito titulado, Sobre fotografía, la ensayista Susan Sontag exponía que las fotos son –esencialmente- afán adquisitivo, experiencia capturada; y que, por lo tanto, fotografiar constituye, de cierto modo, una insaciable necesidad de apropiarse de lo fotografiado.

Tal vez siguiendo este común aunque fundamental precepto del arte fotográfico, el artista francés Eric Bottero ha intentado apropiarse, a través de sus inquietantes retratos humanos, de expresiones individuales que –paralelamente- son trasladadas a múltiples dimensiones simbólicas. Tales relaciones -alegóricas y subjetivas a la vez-son justamente las que potencia la exposición Ethno-mental, a partir no sólo de los impresionantes efectos de lo fotográfico, sino también de una propuesta curatorial que incorpora sugerentes montajes espaciales y escenográficos a esas inquietantes imágenes.

Ahora bien, si uno de los más importantes (aunquecuestionados) sentidos de la fotografía es inmortalizar, no tanto la realidad misma, sino más bien el carácter ambiguo y contradictorio de sus representaciones, ello convierte a algunos ejercicios fotográficos en una suerte de espejo difuso, opaco y quebradizo de aquellos espectros que se alojan y desplazan de lo inconsciente a lo simbólico. Y de algún modo, las fotografías de Eric Bottero constituyen experiencias -más que evidencias- de esa constatación: desde sus tratamientos visuales hasta las referencias metafóricas de sus títulos.

Por ello sus fotos, en apariencia suerte de revelados negativos o radiografías médicas, apelan por lo general a contrastes, en muchas ocasiones violentos, un poco como expresión de las dualidades y confrontaciones al interior de cada individuo: luz-sombra; movimiento-reposo; frontalidad-perfil; gestación y nacimiento-dolor, enfermedad y muerte. Ese tenebrismo que irradian estas fotografías podría leerse -además- desde lo que, en su conocido y entrañable texto "La camara lúcida" , Roland Barthes llama "spectrum" ; es decir: la búsqueda del estudio interior del sujeto fotografiado, de su inconsciente. Así,Barthes afirma: "En cierto modo, es la apuesta misma del retrato fotográfico reposar sobre este principio de una realidad o de una verdad interior revelada por la foto".

Ese autor hace referencia, también, a otro importante elemento que fundamenta la naturaleza de lo fotográfico: la "pose". Esta -según Barthes- no constituiría una ‘técnica ’, sino más bien una intención de lectura visual, a partir de una captación de lo instantáneo. De tal manera, incorporando esta referencia barthesiana a los retratos en "pose" de Botero, los diferentes estados corporales y psíquicos que exponen esas fotografías expresarían –entonces- no tanto la búsqueda de una representación objetiva, como la captación y detención de una imagen, de gestos en un momento irrepetible, a través de los cuales emanan energías internas del sujeto fotografiado.

Sin embargo, en Bottero la relación entre imagen y referente escrito (es decir: los títulos de las obras mismas) introduce otras connotaciones insospechadas a esos retratos, desplazándolos más allá de lo personal y situándolos en amplios espacios simbólicos. Quizás por eso en Ethno-mental confluyen, dialogan y hasta se contraponen imágenes de raíces históricas y culturales tan diversas: desde la clásica frontalidad occidental y el paganismo antiguo de un "Zeus", hasta el reposo del misticismo oriental de un "Buda"; de los terribles y patéticos rasgos expresionistas de dolor y enfermedad en "Lugaru" o "Bacon" , a la gestación y el alumbramiento de "Madre" ; de las confluencias identitarias de los "Narcisos", a la fragmentación corporal de "Arcanoe" ; de las instantáneas imágenes y los sonidos que se superponen de África y Nueva York, a los peculiares rasgos multiétnicos de una nueva versión de la "Monalisa" ; de la fantasía revelada en "Merlín" al despliegue utópico "Alas" . No obstante, a pesar de esos enormes contrastes, todos ellos confluyen en su condición simbólica.

En tal sentido, respecto a ese concepto de "símbolo" el filósofo Charles Pierce expresó que éste nunca mantiene una relación objetiva con la realidad que designa, lo cual lleva consigo un poder de evocación y resonancia afectivas que moviliza diversos niveles conscientes e inconscientes de la psiquis humana. Por otra parte, diversos autores (desde Carl Jung hasta Tzvetan Todorov) han expuesto que lo simbólico -como aparente elemento unificador de la experiencia social, cultural y personal del individuo- es un continuo elemento mediador entre la realidadsensible y sus espacios profundos, indefinibles: "El símbolo cumple una función exploradora de lo desconocido, oculto e inefable". Por todo ello, partiendo de esas reflexiones pudiera decirse entonces que, las múltiples exploraciones visuales de Eric Bottero dan cuenta, tanto de las interacciones y mediaciones de ese fotógrafo con las inconscientes energías internas de sus sujetos fotografiados, como de las complejas y abigarradas simbolizaciones que los nombra, caracteriza y trasciende.

" utilizo el negativo que al tomar la foto es irremediable: la mentira también es negativa (…) el hombre es un lobo para si mismo (…) Cuando nos abramos a a salvar la condición humana y no los intereses particulares , estaremos en lo positivo (…) la energía es luz es color que resulta de envolver el negro para descubrir la forma.." Montaje de Ethno- mental en proceso, comentario de Eric Bottero.

Por Ernesto Calvo Alvarez Coordiandor de Proyectos Interdisciplinarios del MADC.

Referencias en otros medios

"Tal vez por ello la exposición que se exhibe en el Museo de Arte y Diseño Contemporáneo suscita –en primera instancia– cierto sobrecogimiento, derivado quizá de esa creencia en una magia posible de las fotografías, que en este caso aprehenden algo así como el aura de lo viviente, sean sujetos o ciudades. Pero más allá de lo subjetivo –esa energía que pareciera más singular que las huellas dactilares– Bottero apunta a paradigmas culturales de diversos contextos y épocas históricas. Así, a través de los títulos de las obras y las poses de los sujetos de sus fotografías, intentaría extender lo individual hacia modelos compartidos. Son, entonces, Zeus y Buda, el mito de Narciso y la Mona Lisa, todos ellos imágenes harto conocidas que aquí vuelven resignificadas por la intención del fotógrafo. Y ciertamente, esas imágenes que ofrecen en negativo zonas espléndidas o tenebrosas de los cuerpos tienen una gran capacidad de seducción. En tal sentido, resulta especialmente intensa la pieza titulada Angelo, en la que una búsqueda de ascensión se complementa con una inmersión no menos profunda de la imagen, a través de sucesivos reflejos en el agua. Precisamente, uno de los más notables pilares de esta exposición es su acertada disposición espacial, tanto de cada una de las instalaciones como del conjunto de la muestra, de manera que el efecto de conjunto es coherente con cierta dimensión solemne o ritual de la propuesta de Bottero." Tamara Díaz Bringas, Crítica de Arte. Viva, La Nación, 14 de octure del 2001.

"La inmensidad también es un rostro para el parisino Eric Bottero (…).ofrece más que una función contemplativa de ese interior imposible de fotografiar que hay en los humanos(. ..)un ritual fotográfico(…).brindan una experiencia sensorial que ataca primero la visión, (…) Ideas, objetos y elementos fotográficos flotan, se reflejan, impacta y vibran en la cara del auditorio, sumando fuerzas con tal de moverle las entrañas" María Montero, Sombras de más, Tiempo Libre, La Nación, 13 de setiembre del 2001