D’aquí

Ensayo para la construcción de una colección de diseño
Inauguración: jueves 03 de octubre, 7:00 p.m.
Del 03 de octubre al 16 de noviembre del 2013.
D’aquí

El Museo de Arte y Diseño Contemporáneo (MADC), a través de su programa Diseño 13 (D’13), busca estimular, investigar y difundir el diseño local como patrimonio cultural y como industria creativa. En este sentido, D’13 es un espacio dinámico, diverso y abierto, que busca reflexionar sobre diferentes temas de interés. Abarca conversatorios, capacitaciones, investigaciones, exhibiciones y proyectos de diversa índole, gestionados totalmente por el Museo o en conjunto con otras iniciativas públicas y privadas.

En esta oportunidad, D’13 presenta el proyecto “D’aquí: Ensayo para la construcción de una colección de diseño”, con el objetivo de articular dos ejes: por un lado, repensar la estructuración y pertinencia de la Colección de Diseño del MADC en la actualidad y, por otro, revisar las posibilidades del diseño como práctica profesional y cultural de alta incidencia en las sociedades contemporáneas; ambos por medio del estudio, colecta y exposición de objetos de diseño local y de uso habitual de los costarricenses.

El primer eje surge de la inquietud por gestionar de forma responsable el patrimonio que tutela el Museo, una colección heterogénea de obras de arte y diseño contemporáneo que supera las 700 piezas. Específicamente, la Colección de Diseño es el único acervo de esa naturaleza de carácter patrimonial y público del país, un compendio diverso y modesto que tiene el potencial de convertirse en un laboratorio de estudio y referencia. En esa línea, el proyecto pretende -en colaboración con la Junta Nacional de Curadores- cuestionar qué objetos de diseño deberían conformar la Colección, definir porqué es importante adquirirlos, conservarlos, estudiarlos, exponerlos y difundirlos, además establecer cuál es su vínculo con el MADC y la comunidad nacional e internacional.

La segunda arista es situar al diseño no como un proceso cosmético o un artículo de lujo, sino como una práctica cultural diversa y de gran repercusión dentro de los imaginarios colectivos, un instrumento de representación social, así como una herramienta para crear los espacios, objetos, procesos y condiciones necesarias para alcanzar el desarrollo sostenible. Así, la exhibición de objetos reta a los diseñadores costarricenses -como posibles agentes de cambio-, a que contemplen y reflexionen en su ejercicio profesional la formulación de soluciones creativas y proyectos de investigación, a partir de la valoración y revisión de lo cultural local/global.

D’aquí

Como resultado de la combinación de estas aproximaciones transversales -y gracias a la colaboración de la comunidad de amigos del MADC en Facebook y a un comité asesor multidisciplinario- el Museo expone esta muestra como un plan piloto, un ejercicio de reconocimiento de algunos objetos de diseño, con los cuales los costarricenses nos sentimos vinculados, identificados o representados y que, por sus características formales, funcionales y simbólicas conllevan un potencial valor patrimonial. Quizá, algunos de ellos no fueron diseñados o construidos originalmente en Costa Rica, pero de una u otra manera, han sido apropiados, resemantizados o reutilizados según las necesidades locales. En otros casos, más allá del objeto de diseño, se resaltan las prácticas culturales vinculadas a la utilización de los mismos, o bien, los materiales específicos que se han empleado para su construcción.

Paralelamente, se presentan algunos ejemplos de diseñadores contemporáneos, quienes han realizado una propuesta novedosa -la relectura formal o funcional- de objetos tradicionales como las mecedoras, los banquitos de madera, el chorreador de café, entre otros. Finalmente, dentro del guión expositivo se incorporan tres proyectos de investigación -muy diferentes entre sí- que abordan el tema de la tipografía, lo icónico y lo vernáculo del diseño gráfico costarricense; Proyecto Pollo de Juan Manuel Betancourt, Proyecto Guachi de Julián Mora y Mr. Masking de Alfredo Enciso.

Lejos de pretender ser una investigación profunda de los contextos de cada uno de los objetos, la exhibición es una apuesta riesgosa por aproximarse -mediante una revisión panorámica- al estudio de los objetos cotidianos como acervos de diversidad. En la medida en que el Museo se convierta en un contenedor de objetos significantes, portadores de representación, valores e identidad, este adquirirá un puesto importante en la tarea de formar. Resulta necesario acercar nuevos públicos, que se sientan integrados en los espacios a través de guiones interactivos y lecturas abiertas, invitarlos a que contemplen las colecciones, comparen los objetos que se presentan -tanto entre ellos como con los de su diario vivir-, dejarlos que interpreten según su criterio y finalmente que comprendan los mensajes que se quieren emitir. El hecho de actuar como un auténtico soporte de la memoria de un país que está (re)construyendo su identidad es un paso significativo en el avance social.

Los objetos, un ejercicio de diseño

Hablar de objetos es hablar de la cotidianidad misma. Las cosas articulan de forma invisible un universo de significaciones, son un registro -a veces imperceptible- de la relación del hombre con su entorno, con aquello que le es familiar, próximo. Santana y Llonch (20121) mencionan que “el valor que atribuimos a un objeto es a veces muy subjetivo” (p. 15), por lo que, si se quisiera establecer la relevancia de alguno para la sociedad, sería pertinente llevar a cabo una valoración desde distintas perspectivas. Se deben reconocer los objetos por sus atributos funcionales (ergonomía, seguridad, calidad ecológica, durabilidad, capacidad de estímulo emocional, etc.), formales (estilo, composición, forma, ritmo, color, texturas y ornamentación) y simbólicos; además considerar una serie de factores que aseguren su pertinencia en la construcción de un imaginario material.

Un objeto puede trascender lo tangible mediante resemantizaciones, nuevos usos particulares y propios. El lugar de origen o su apropiación resultan fundamentales para enfatizar lo autóctono y regional, la relación con los conocimientos y modos de uso arraigados en la vida de las comunidades, la conexión que tenga con celebraciones, rituales y prácticas de la vida social, así como su contribución para el desarrollo de formas de expresión cultural tales como manifestaciones literarias, musicales, gastronómicas, artesanales, visuales, escénicas y lúdicas. Por lo tanto, el valor histórico, científico, religioso, cultural y político que pueda tener un objeto, significa un aporte relevante para el estudio y representación de la etnografía local, regional y nacional. Los objetos son una expresión de la diversidad humana en donde se concretan especificidades territoriales, temporales, simbólicas y su vínculo entre lo local y lo global.

D’aquí

Los objetos además, pueder ser estudiados como el resultado de un ejercicio de diseño; son el producto de un proceso creativo que atiende las necesidades experienciales, físicas o psíquicas de los individuos, la sociedad y la industria (García, 19882).“La palabra diseño deriva de designio, intención, que a su vez procede de la palabra seña” (Zimmerman, 20113); sin embargo, su uso -y abuso- se ha ampliado y en la actualidad se utiliza tanto para explicar un proceso, como para señalar la forma, una experiencia o para referirse a un resultado. Este uso indistinto se debe en parte a que proyectar, planear y probar, son actividades propias del diseño y componentes de todo acto humano; no obstante, no todo es DISEÑO.

Algunos autores describen la aparición de la imprenta de Gutenberg en 14554 como un antecedente decisivo en la disciplina del diseño, gracias a las posibilidades que ofreció para reproducir textos e imágenes en serie. Años más tarde, con la Revolución Industrial, el diseño adquirió protagonismo debido a la necesidad de diferenciar los productos hechos en masa. En esa misma época, en 1919, se fundó la Bauhaus en Weimar, Alemania, escuela en la cual se sentaron las bases de la especialidad del diseño -específicamente del gráfico e industrial-, muchas de las cuales continúan vigentes. Actualmente, el diseño es una práctica transdisciplinar, compleja y diversa en la que se conjugan aristas culturales, tecnológicas y económicas. El profesional en este campo requiere de formación y criterios específicos que le permitan generar proyectos formales, funcionales, eficientes y seriados a la medida de las necesidades (tanto del productor como del usuario). Además, debe contemplar que una vez que acabe la vida útil del producto, este pueda ser reciclado o desechado sin generar un impacto negativo en el medio ambiente.

El diseño como concepto ha sido erróneamente reducido al esfuerzo por embellecer la apariencia externa de las cosas o bien vinculado al lujo; por el contrario, es una actividad creativa que busca resolver un problema por medio de la ejecución de un proceso metodológico. Bruno Munari (1981) explica que “el lujo no es un problema de diseño” (p. 135), ya que lo suntuoso es el resultado negativo de utilizar materiales costosos que no mejoran la funcionalidad del objeto; en otras palabras, “del triunfo de la apariencia sobre la función” (p. 136). Además, en un buen diseño lo formal no es protagónico sino que constituye un factor entre muchos otros como lo son el productivo, el constructivo, el económico y quizás también el factor simbólico (Maldonado 1958, citado en Rinker, 20037).

En la actualidad, el diseño se manifiesta de manera simbólica en la construcción de sentido, identidad y pertenencia. Tiene la capacidad de mediar conocimiento, así como contribuir a la elaboración de experiencias emocionales, sensoriales e intelectuales de los individuos. Además, como industria creativa, se ha convertido en un aspecto central de la economía mundial y los diseñadores en verdaderos agentes de cambio. Alrededor del orbe se continúan gestando proyectos para estimular, fortalecer y validar la innovación y la creatividad desde el enfoque del diseño con el propósito de alcanzar el desarrollo sostenible.

Fiorella Resenterra
Valeria Rodríguez
Daniel Soto

Proyecto D’aquí.
Museo de Arte y Diseño Contemporáneo
San José, agosto, 2013

1Santana, J. & Llonch, N. (2012). Manual de didáctica del objeto en el museo. Ediciones Trea: España.
2 García, F. (1988). El diseño en la Historia del Arte. Madrid: Grupo Anaya.
3 Zimmerman Yves. (2011). De la vida de una palabra: El diseño como concepto universal. En: http://zimmermann-a.com/es/blog-es/articulos/de-la-vida-de-una-palabra-el-diseno-como-concepto-universal/
4 1455 fue el año en el que se culminó la impresión de la primera Biblia de 42 líneas.
5 Munari, B. (1981). Cómo nacen los objetos. 10 ed. Barcelona: Editorial Gustavo Gili.
6 IDEM
7 Rinker, D. (2003). modelos de ulm – modelos post ulm | hochschule für gestaltung ulm 1953 –1968. Bon, Alemania: HfG-Archiv/Ulmer Museum.

Referencias en otros medios