Capturas

Jose Alberto Hernández
Curaduría: Adriana Collado-Chaves
Del 26 de mayo al 21 de agosto del 2016.
Calabozos del Museo Nacional de Costa Rica
Capturas. Jose Alberto Hernández

He aquí al menos cinco capturas: la de las armas, la de la información aportada por el retrato de un detenido y expedientes judiciales, la de un instante en la vida de una persona privada de libertad, la de tantas memorias de los calabozos de un antiguo cuartel y la del tiempo apresado en la imagen. Es de este modo que la acción de capturar sintetiza la hermandad y complicidad histórica entre la fotografía y la justicia, tema ampliamente estudiado por el artista José AlbertoHernández yque se constituye en eje central de esta exposición.

Desde su nacimiento la fotografía fue adoptada como un instrumento al servicio de la ley porque se creía que ella lograba reflejar la realidad de manera imparcial. Pronto la policía tuvo entre sus manos una nueva arma para combatir el crimen, una que también permitía “tener un objetivo en la mira”, “disparar”, “capturar” y “revelar” la “verdad” de los hechos. Sea por esta u otra razón, lo cierto es que desde sus inicios la fotografía y el manejo de armamento compartan un lenguaje común.

No pasaría mucho tiempo para que la sociedad decimonónica admitiera legalmente que la fotografía también podía ser arte, reconociendo tácitamente que la máquina fotográfica era manipulada de acuerdo al criterio y selección de un ser humano. Así que en concordancia con sus fundamentos, la fotografía policial y la fotografía con fines artísticos siguieron caminos diferenciados.

“Mi trabajo consiste en intervenciones comunitarias vinculadas al lugar donde se han desarrollado. Sobre todo, refleja mi interés en el arte socialmente comprometido y colaboraciones, yuxtaponiendo la arquitectura con el paisaje urbano, el arte con la acción social y el arte con su historia.” Para él, la importancia de las intervenciones trasciende lo objetual y crea un vínculo entre las personas con sus proyectos.

En esta exposición José Alberto Hernández explora las fronteras entre el uso de la fotografía con fines judiciales y el uso de la fotografía para desarrollar un ensayo desde las disertaciones del arte, sobre los objetos, los sujetos y los contextos asociados a la comisión y penalización del crimen.

Confluyen por primera vez en una misma exposición tres “capítulos” de una historia más amplia que el artista lleva varios años desarrollando. Cada “capítulo” es asimilable a una serie fotográfica cuyo hilo común es el dilema entre la vida y la muerte, la dualidad y fragilidad humana, y la duda de si la fotografía es capaz o no de representarlo.

La idea del diálogo establece los tres pilares lógicos sobre los que se construye la muestra. El primero supone la reunión de tres colecciones fotográficas en un mismo espacio, creando interacciones dramáticas entre ellas. El segundo se refiere a la inserción de las fotografías en estas habitaciones que en el pasado fueron usadas por el ejército costarricense para vigilar armas y municiones, soldados en entrenamiento y presos políticos, pero ante todo para custodiar la ciudad. Este es el antiguo Cuartel Bellavista, escenario de múltiples sucesos épicos incluidos los de 1948 y 1949 y sitio emblemático del acto mediante el cual de un golpe se abolió el ejército y el cuartel se transformó en sede del Museo Nacional.

Finalmente el diálogo refiere a la evolución del trabajo investigativo que llevó al artista a ser el facilitador-propiciador, pero no el autor de una de las series de fotografías, cediendo así la hegemonía de su mirada de fotógrafo ante un concierto de otras miradas, las de cinco personas privadas de libertad que nos muestran “instantes” dentro de un centro penal.

En esta exposición José Alberto Hernández decodifica el lenguaje de la fotografía judicial y lo utiliza para fines filosóficos y artísticos. Su trabajo no aspira a crear imágenes “objetivas o neutrales”, ni a usar la cámara para conseguir evidencias, pruebas o testimonios de la verdad. En cambio, su proceso creativo propicia que la fotografía se convierta en un lenguaje con el poder de abrir nuestra percepción del mundo a múltiples interpretaciones, haciendo de la libertad de expresión una herramienta que posibilita continuamente el debate para repensarnos desde el arte.

Adriana Collado-Chaves. Curadora.