Pintacoteca . Pinturas e intervenciones

Federico Herrero/ Costa Rica
Curaduría: Rolando Barahona Sotela
Del 28 de agosto al 1 de octubre del 2003.
Sala 1
Museo de Arte y Diseño Contemporáneo

"La sola idea de que una línea divida un espacio en dos, ya me interesa". Federico Herrero.

La pintura ha sido considerada una de las Bellas Artes, incluyendo el largo período de espontaneidad de la prehistoria. Desde la expresión libre en las cuevas de Font-de -Gaume en Francia, en Rodesia del Sur en África o Altamira en España, las representaciones animalísticas o de todo tipo de elemento que ha acompañado la experiencia humana, han sido plasmadas por necesidad sea religiosa, política o por una fuerza interior que impulsa a exteriorizar lo sentido o percibido en el vivir cotidiano. Este último es el caso del joven artista Federico Herrero, que en su afán por liberar y compartir su visión del mundo, utiliza la pintura como un medio para propiciar la interacción con el espectador y contagiarlo de su curiosidad por penetrar en la vibración de la ciudad y los seres que la habitan.

En el 2000 surge la idea de invitar a Herrero a intervenir una sala del MADC, y desde entonces ha llevado gestando la inquietud en su recorrido por múltiples países, galerías y bienales como la de Venecia y la de Praga. Lo vital de este proyecto es que el artista Herrero, pareciera como es usual en él, mantenerse ajeno a la conciencia manipulada por los valores castrantes de la sociedad, conservando sin proponérselo, un espíritu de libertad y espontaneidad propio de quienes no temen ni conocen restricciones al desahogar sus impetuosos deseos de volar sin ataduras.

El acto humano de pintar da inicio, hasta donde se conoce, en la etapa auriñaciense al unísono con las primeras figuras en piedra, como un acto rudimentario ritualista. Prosigue con la aplicación primero en lo corporal y luego en la edilicia, ambas sugerentes y provocadoras. Múltiples corrientes civilizadoras han aplicado color de diverso origen sobre infinitos materiales desde Mesopotamia hasta el presente. Se ha aplicado pintura con fines retratistas, decorativos, de documentación, de representación de inquietudes y emociones, de señalización o de protección al desgaste. El acto de pintar da sus primeros pasos sobre la piedra en las cuevas y posteriormente sobre la cerámica al estilo Susa de los sumerios. Los vasos predinásticos en barro rojo son la primera pintura egipcia conocida hecha de tierras blancas, desarrollada y aplicada luego en templos y sarcófagos, cuyo inicio se remonta al período tinita, 3200 a.c.

La pintura es aplicada desde el período eneolítico en la India, y desde el paleolítico en la cerámica y la arquitectura china y japonesa. Los pueblos aborígenes africanos incluso pintaban aplicando sangre, los americanos incas y aztecas desarrollan el arte del retrato, y en Oceanía las máscaras de pedazos unidos y pintados. Todos ellos y otros grupos sociales con templos, monumentos, esculturas, mástiles totémicos, máscaras, tatuajes y aplicaciones multicolores faciales yvestuario, que hasta hoy día, en versiones actualizadas como el maquillaje, se continúan practicando en nuestras sociedades contemporáneas. La pintura es una de las primeras expresiones infantiles y es también la que cubre, en ocasiones en forma ofensiva, nuestros recintos habitables, calles, rótulos publicitarios, vestimentas, aviones, naves espaciales y casi todo lo cotidiano.

Entre diseños y colores, manual o digital, la pintura es una parte vital de la industria,del cine, el video, el internet - En esta sala Herrero nos confirma que LA PINTURA NO HA MUERTO - solo ha evolucionado sin perder su mágica esencia en el pigmento que hace que la forma y la energía se hagan sensibles. La pintura va tomando otros valores de variada personalidad, incluso incorporándose al materialismo y a la tecnología de nuestras sociedades actuales, pero que de brocha gorda o no, considerada artística o comercial, continua siendo pintura.

PINTACOTECA suena a todo lo mencionado pero con signo de pregunta. Es un proyecto que incluido su nombre, va gestándose como parte de la sala 1 del MADC, un espacio arquitectónico de esencia patrimonial histórica, de cuyos gruesos muros, su cubierta artesonada y sus modulados nichos y ventanas, el artista se ha posesionado mientras lo habita temporalmente. El color, la forma, la vibración de la línea, el diseño, el ritmo, la pintura, se enlazan para conformar un ámbito que envuelve al espectador.

Al percibirlo brota la sensación de introducirse en una versión contemporánea de las cuevas enriquecidas con arte rupestre, en la que se evocan o tal vez se invocan presencias y visiones de un mundo mental deseado por el artista. Se siente su necesidad vital de crear ciertas figuras antropomorfas de difícil interpretación, seres entre animales y mutantes entrelazados con trazos y manchas. La pintura abandona su formal apariencia ya conocida y se transforma en una manifestación híbrida de fuerte contenido semiótico a interpretar por cada visitante.

Una expresión de significación casi mágica que al invadir este amplio ámbito interior, materializa la esencia de la vibración energética que emana de la ciudad y su simbólico lenguaje de guía para el habitante y usuario de los espacios públicos. Podría así pensarse que la vía pública se extiende hasta el recinto privado incorporándolo en su trama comunicante.

Con la total intervención de Herrero, Sala 1 es ya un espacio con un nuevo rol de apertura al transitar del visitante, que al penetrar, queda inscrito en un juego de encuentro con la vía, entre el vibrante señalamiento de direccionalidad que interviene el piso, ofreciendo la opción libre de tomar el rumbo hacia el punto de preferencia individual, siempre abierto a un paisaje pictórico cambiante que circunda el espacio contenido, similar a un paseo por la ciudad y el campo aledaño. El artista ofrece la experiencia de poder deambular inscrito en una síntesis de las vías de comunicación que enlazan nuestros destinos cotidianos, siempre acompañado de una interpretación pictórica de los elementos urbanos, las zonas verdes y los individuos en acción que componen esa imagen del entorno cambiante con el paso.

Vivir la obra de Federico Herrero es una oportunidad de volver a sentirse capaz de soñar, volar y ser uno mismo, es aprender a volver a amar y sacar a la luz el infante que llevamos dentro. Conocer su obra es contactar la sonrisa transparente y contagiosa de su creador y su necesidad de disfrutar la intensidad del momento, no hay engaño. El reconocimiento internacional gracias a esa magia de libertad que impregna en sus obras, no lo ha cambiado ni maleado, una actitud y reacción digna de elogio. El secreto radica en eso que llamamos la inocencia de seguir mirando el mundo con optimismo, donde los deseos se hacen realidad y la pintura es la existencia misma. Es tener la valentía de reírse de sí mismo para crecer y continuar el camino, porque para Herrero cada movimiento es un símbolo de respiro, un signo de ser parte y pertenecer a una comunidad viva e inquieta.

Rolando Barahona-Sotela, curador

Referencias en otros medios.

" La muestra reúne una serie de 7 piezas recientes en grandísimo formato. Así como un proyecto de intervención en paredes y piso. En este último pintó una réplica exacta del peaje de Santa Ana…" No creo en las cosas acabadas y no me interesa que una obra esté acabada (…) con estas pinturas, simplemente paré y ya". "Estas líneas son pinturas y nos dan una orden (…) … cuando uno maneja va guiado por pinturas monocromas y su relación con el espectador es totalmente activa. En cambio las pinturas en tela son para que uno las contemple, para descifrar, para adoptar un papel activo (…) este es un juego de valores en cuanto a la pintura en sí" María Montero, Tiempo de Intervenciones, Viva, La Nación, 30 de agosto del 2003.

“Las pinturas de Federico Herrero transitan entre la abstracción y la figuración, entre la monstruosidad y la fábula, y entre una organicidad meticulosa y la más desesperada entropía, esa tendencia de toda estructura por descomponerse. No es pues de extrañar que el autor seleccione y trace como base de su Pintacoteca, líneas demarcadoras del tránsito en autopistas. Los bichos indefinibles que circulan sus grabados y manchas no parecen terminar de decidirse entre el lienzo tensado, el detalle arquitectónico o la simple pared blanca.” Jorge Albán. Ponencia presentada en Asedios Críticos IV, Encuentros de reflexión y discusión.